Algo de lo mucho que he hecho en estos últimos meses viajando, ha sido convivir con mucha gente, de todas las religiones, razas y nacionalidades. Con algunas de ellas he hecho amistad; con otras tantas, solo trabajar, y con algunas más, algún romance. Y en la dicha y placer de convivir y conocer a tanta gente, he notado que el mayor problema de la humanidad entera es vivir en la incongruencia. Algunos por ignorancia, otros por decisión, y otros tantos, hasta por educación y cultura. Atreviéndome a decir; que parece que nos gusta ¡así de esas!; porque buscamos la manera de mentirnos y boicotearnos a nosotros mismos, para vivir en el martirio lento y delirante de la culpa, el remordimiento y la cruda moral como circulo vicioso.
Y después de reflexionar en el tema, concluyo que no aceptamos ni nos reconciliamos con nuestra imperfección humana, y queremos vivir sometidos a “algo más” para después andar por la vida con el látigo invisible a nuestras espaldas. Queriendo vivir bajo falsas promesas y juramentos para terminar como unos mártires en nuestro último aliento, sin ver primero que lo que decimos hoy no necesariamente lo vamos a sostener toda nuestra vida; cada día somos una nueva persona, con nuevos pensamientos, incluso nuevas ideas. Sí con fuertes convicciones, valores o ideales que pueden permanecer – son parte de nuestra esencia -, pero al final, un renacer día a día.
Y los ejemplos de incongruencias son muchos, no terminaría de mencionarlos – podrán identificarlos con el ejemplo -. Porque ser incongruentes se convierte en una podredumbre mental que arrastramos con nosotros mismos y con los que nos rodea; nos cuesta mucho conectar lo que pensamos + lo que decimos + lo que hacemos
Lo que somos hoy, lo que pensamos hoy, y lo que decidimos hoy, no es necesariamente lo mismo que seremos, pensaremos o decidiremos mañana. Tenemos derecho a no ser lo que éramos, por seguir siendo mejor.
Y, yo no estoy en contra de las diferencias, pero no me vengan con golpes de pecho y pidiendo entendimiento y comprensión, cuando sus acciones no van acorde a lo que profesan. En mi opinión, ni la a humanidad está santificada, ni vivimos en la verdad absoluta. ¡Despabílense, no sean pendejos! Con amor, yo.
hahaha ¡Muy de acuerdo! La incongruencia -y aveces pendejez- no tienen límites. En todo el mundo siempre habrá gente así…y es que es muy fácil quedarse en las fantasías o en el “quisiera” sin tener que actuar.
Saludos!
Me gustaMe gusta